Ser amigo
no es un mensaje de texto,
no es un mail con ositos de peluche
ni es escribir en tu muro de facebook
Ser amigo
no es el 20 de Julio
no es el regalito
ni la culpa por no habértelo comprado
Ser amigo
es no darse cuenta del tiempo que pasó
y que no importen los aniversarios
poder llorar como bebés sin el más mínimo pudor
o babearnos de la risa
y son las presencias,
esperar con alegría el día de juntarnos
y servirnos de muralla cuando el bajón asedia
o de papel picado los días que haya fiesta
es una hermandad por convicción, una religión en comodato
un código interno
un significado nuestro
es que me entiendas lo que no digo
y que a veces sepas quien soy mejor que yo
y son cervezas y es champagne
y son tantos cafés, tantos mates, tanta catarsis,
las anécdotas con orgullo
el amor sin monogamia
y querer y enojarse y entender y perdonar
y querer un poco más
Ser amigo es no poder evitar la sonrisa cuando aparecen los recuerdos.
Quiero agradecer a Emilse Mancebo, quien me ayudó a ordenar un poco todas las ideas que había en entre estos versos.
martes, 20 de julio de 2010
jueves, 8 de julio de 2010
Efímeras
Las burbujas no se ocupan de exteriores. Viven al día sin pagar la cuenta. Acechan las esquinas de vueltas inesperadas o anidan en los huecos de las agendas.
Las burbujas no pronuncian verbos en pasado, no consideran las probabilidades. No deshojan margaritas, ni prometen, ni sueñan. Se les da por pasearse a cualquier hora por las vidas de los desengañados. Dibujan historias en las paredes de los presos, deslumbran ciegos, reviven muertos. Bordan memorias en los aeropuertos mientras huyen sin dejar su paradero. Y se van escupiendo lagrimones. Y su estela enhebra dudas en el aire. Ese que respiran los que pierden las apuestas, los que creen que un destello puede durar más que una vida de mariposa.
Yo las extraño como a los cuentos de la infancia, pero dudo de sus recuerdos cada vez que parpadeo. Será que las encuentro siempre lejos. O que ellas me encuentran, traicioneras, para inmolarse contra el viento apenas dejo de mirarlas.
Yo las extraño como a los cuentos de la infancia, pero dudo de sus recuerdos cada vez que parpadeo. Será que las encuentro siempre lejos. O que ellas me encuentran, traicioneras, para inmolarse contra el viento apenas dejo de mirarlas.
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