jueves, 8 de julio de 2010

Efímeras

Las burbujas no se ocupan de exteriores. Viven al día sin pagar la cuenta. Acechan las esquinas de vueltas inesperadas o anidan en los huecos de las agendas.
Las burbujas no pronuncian verbos en pasado, no consideran las probabilidades. No deshojan margaritas, ni prometen, ni sueñan. Se les da por pasearse a cualquier hora por las vidas de los desengañados. Dibujan historias en las paredes de los presos, deslumbran ciegos, reviven muertos. Bordan memorias en los aeropuertos mientras huyen sin dejar su paradero. Y se van escupiendo lagrimones. Y su estela enhebra dudas en el aire. Ese que respiran los que pierden las apuestas, los que creen que un destello puede durar más que una vida de mariposa.
Yo las extraño como a los cuentos de la infancia, pero dudo de sus recuerdos cada vez que parpadeo. Será que las encuentro siempre lejos. O que ellas me encuentran, traicioneras, para inmolarse contra el viento apenas dejo de mirarlas.

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