La diosa fortuna decidió jugar al dominó con los edificios del barrio financiero. Con su dedo gigante golpeó al primero, este golpeó al siguiente y así, con gran estruendo, no quedó ninguno en pié. Cientos de ventanitas luminosas titilaron al caer. Los vidrios formaron flores brillantes en las veredas y en las plazas. Miles de oficinistas escaparon de sus jaulas. Algunos aletearon felices sobre el río, cantando canciones de su juventud que habían olvidado. Otros, los que nunca habían aprendido a volar, dibujaron manchas rojas sobre el asfalto.
Cuentititititito
ResponderEliminarfuáh!
ResponderEliminarQué imágenes!
Qué potencia!
Mirá vos la diosa fortuna que no se vale de aviones ni de kamikazes. Ella vuelve felices las cosas. Un beso. Se la extraña. ¿por dónde anda?
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