viernes, 26 de noviembre de 2010
Resabio
sábado, 13 de noviembre de 2010
Revivir
A punto de asesinar al reflejo de su espejo, prefirió renunciar y presentársele a la muerte dignamente.
De un portazo clausuró los laberintos de su mente. Agarró a patadas los tableros, los esquemas y sobre todo, los relojes. Se clavó en el pecho una bandera blanca y tiró todas las toallas. En la pileta de la cocina ahogó uno a uno los mandatos familiares. Y después de haber descuartizado a sus obligaciones sociales, corrió hasta el ministerio más cercano y se declaró en huelga de pensamientos. Desnutrido de deseos, rechazó los sacramentos y dejó de caminar entre el cielo y el infierno.
En medio del velorio de la imagen de si mismo, le sacó los ojos a la mirada de los otros y salió a reventarlos contra los portones de las escuelas y los campanarios de las iglesias. Con los restos de lazos y ataduras tiró abajo a los ídolos y sus pedestales, desoyó sus concejos y les rompió las promesas.
Recostado a la sombra de algún antro, claudicó a los viejos buenos hábitos. Dejó los usos, renunció a las costumbres. Sin siquiera un remordimiento del tamaño de una moneda, deshonró a la jurisprudencia y a las anécdotas.
miércoles, 10 de noviembre de 2010
El trámite
- Si si, hice el curso también. Acá esta el comprobante.
- ¿Saldó usted todas las deudas?
- Me llevó mucho tiempo pero si. Aquí tengo el recibo donde consta que el saldo está en cero.
- Muy bien, lo felicito. Ahora tenemos que llenar la solicitud de ingreso.
- Discúlpeme querida, venimos de un accidente. ¿Nos podrá atender a nosotros primero? Es una urgencia.
- ¿Ya pasaron por el departamento de partidas?
- No, vinimos directamente.
- Primero deben pasar por el departamento de partidas para que les expliquen el procedimiento.
- ¡Pero querida! Mire como estamos. Fue un accidente horrible. ¡Tenga un poco de consideración!
- Señora, usted tenga consideración. Yo llevo un mes entero haciendo trámites y ahora viene a demorar a la señorita que al fin está llenando mi solicitud.
- Ah pero que desubicado. ¿Usted sabe quien fui yo?
- No tengo idea y ni me interesa. Sé que ahora es una maleducada.
- Calma, calma. Señora es imposible que el señor Pedro le haga la entrevista directamente. Tiene que hacer el curso de bienvenida a este lado, le tienen que sellar los papeles y debe presentar el libredeuda.
- Mi conducta ha sido impecable. Yo no tengo ninguna deuda y mi chiquito menos. Mírelo. ¿No ve que es un angelito?
- Mamá, mirá. ¡Puedo volar!
- ¡Quedate quieto! Los pies en el piso como corresponde, eh, que no sos un globo.
- Señora le pido por favor que vaya al otro edificio. No me obligue a llamar a seguridad.
- Mamá, vamos, vamos, vamos, que los de seguridad me dan miedo.
- ¡Qué falta de respeto! Hacerle esto a una devota como yo. Días y días rezando para que me traten así. No se puede creer. Me voy, pero no va a tardar en llegarle mi queja.
- Adiós señora, un gusto conocerla eh. Ahora linda ¿Podemos terminar de llenar mi solicitud?
- Que cansancio. Bueno, ahora me tiene que contestar una pregunta. Cuándo estaba vivo ¿Usted disfrutaba de lo que hacía?
martes, 9 de noviembre de 2010
Diván
Fuego olímpico
El padre lo miraba a través del televisor. Le hubiera gustado estar presente en la ceremonia pero el viaje era demasiado caro hasta esa ciudad al otro lado del mundo. No pudo evitar que se le escaparan un par de lágrimas de orgullo. Se estaba poniendo viejo; viejo y sentimental. Cuando terminó de sonarse la nariz, la antorcha ya estaba en manos de Chong.
Chong corrió con paso firme, moviendo los músculos exactos. Se concentró en aislar el ruido del exterior como le habían enseñado. En ese momento sólo existían ella y la antorcha, eran uno. No sintió el viento frío que soplaba de frente, ni se percató de los flashes de los fotógrafos.
Entre los fotógrafos estaba Pierre. Realizaba cálculos para captar las tomas correctas. Calculaba velocidad de obturación versus apertura del diafragma. Medía luces y sombras. Sus dedos se deslizaban por la cámara digital con una agilidad increíble. Las imágenes se iban dibujando en sus retinas sucesivamente mientras giraba el objetivo de casi dos kilos de peso, siguiendo a la llama. En la foto número trescientos veintitrés ya aparecía el tercer portador.
El tercer portador era José y caminaba en vez de correr. Había llegado tarde y no había podido hacer sus ejercicios de relajación, esos que hacía cuando tenía por delante una tarea que lo ponía nervioso. Y ese día se le había cruzado por la cabeza que la antorcha se iba a apagar cuando él la llevara. Pensó que si no corría habría menos viento y la ceremonia continuaría sin inconvenientes.
No pensaba así Ivan, el coordinador general del evento. La demora que generaba que uno de los portadores fuera caminando no estaba prevista. Todo, hasta los fuegos artificiales, estaban cronometrados al segundo. Con impaciencia siguió dando órdenes por handy hasta que, mientras golpeaba su reloj con el dedo, vio cómo la antorcha era entregada a Emma.
Emma recibió la antorcha y se irguió en una postura desafiante. Tenía plena conciencia de que el mundo la estaba observando. Ella no podía defraudarlos, nunca lo había hecho. Mientras corría observó su primer plano en la pantalla gigante. Sonrió. Sus dientes perfectos resplandecieron. Su piel perfecta hacía juego con el equipo de gimnasia perfecto que había elegido para la ocasión. Pensó en el público que la ovacionaba y saludó con la mano libre. Sintió que todos la amaban.
Pero Ahmed, sentado en la fila treinta y dos de la platea central del estadio, no la amaba. Ni siquiera llegó a verla porque cuando ella tomó la antorcha, la hamburguesa que él estaba comiendo, resbaló sobre su túnica y le dejó una mancha roja dibujada en el pecho. Cuando terminó de gritar su odio, y de desparramar aún mas el ketchup con una servilleta, Ahmed levantó la cabeza pero la antorcha ya estaba en manos de David.
David corrió con paso calmo pero constante. Miró el mango de la antorcha y pensó que hubieras sido mejor si estuviera hecho de madera; pensó que cada vez menos cosas se hacían de madera. Cuando llegó a la escalinata empezó a contar los escalones mientras subía. Se sintió tranquilo. Escuchó la música de la gran orquesta que se aceleraba hacia la culminación. Pensó en tomar clases de violín. Estiró el brazo con el que sostenía la antorcha. La llama hizo contacto con el gran espiral metálico que reposaba en la oscuridad. La imagen del fuego ocupó toda la pantalla del estadio.
El fuego corrió por la estructura absorbiendo gran cantidad de oxígeno a su paso, se sacudió con el viento, desbordó levemente por los costados y entre chispas volvió a su lugar. La orquesta llegó al punto máximo de su capacidad. La multitud del estadio aplaudió con fervor. En sus casas, los telespectadores festejaron. Los juegos olímpicos se declararon abiertos. El fuego no pensó en nada.
jueves, 4 de noviembre de 2010
Destello
lunes, 1 de noviembre de 2010
Vaivén
sábado, 30 de octubre de 2010
Florecer
José no sabía que se llamaba así por el marido de María, pintado en la pared de una iglesia que sus padres visitaron poco antes de su nacimiento, ni que esa visita había sucedido hacía solo treinta y cinco años. Tampoco sabía sobre Jesús, ni sobre el cielo o el infierno. Lo que José sí sabía era hacer queso de cabra, diferenciar una vicuña de una llama y sentir en el aire que se acercaba la época donde florecían los cactus.
Aunque José alcanzaba a ver una lagartija escurrirse a más de veinte metros de distancia, las arrugas que se le amuchaban alrededor de los ojos hacían parecer que siempre esforzaba la vista. El sol del altiplano había ajado su cara, convirtiéndola en una especie de totem, de figura añeja hecha de barro. La gente de la ciudad al verlo, lo habría tomado por un viejo, pero a él no le habría importado. Para José, que nunca tuvo un reloj o un calendario, el tiempo pasaba con el sol que subía y bajaba, con las montañas y sus animales.
Sentado a la sombra, con la espalda apoyada en una pared de barro y piedra, espantó un moscardón que volaba cerca. Esos bichos eran muy molestos, invadían su intimidad solitaria y le dejaban ronchas que picaban por varios días. Lo distraían de la contemplación de los montes y las cabras. Eran los únicos que podían ponerlo de mal humor. Pero no le duraba mucho. Le alcanzaba con mirar la belleza tranquila de un cactus en flor o pensar en los quesos que guardaba en la pieza, para ponerse contento otra vez.
Su rancho era el único techo que había en kilómetros a la redonda; José no conocía el significado de un kilómetro a la redonda. Por eso, cuando pensó que pronto debía ir al pueblo, midió su viaje en cuatro noches heladas y tres días de sol que arderían en la piel. Se puso contento. Su sonrisa dejó ver que le faltaban algunos dientes. Cada dos o tres meses hacía ese viaje para ver a la buena gente del pueblo y cambiar sus quesos por otras cosas. Pensó en los lujos que se daría esta vez: comer algunas empanadas, tomar un poco de vino. Se sintió feliz. La gente decía que José era un hombre extraño. Nadie podía aceptar que nunca se preguntara cual era el sentido de la vida...
viernes, 29 de octubre de 2010
Regalo de los dioses
Su interior crema exuda agua. Su cuerpo huele a lo sutil y cotidiano; sabe a ella misma, a ninguna otra.
Vestida de tierra, de piel, de papel aluminio. Florecida, pelada, pasada, podrida. Tan común y sin embargo tan ecléctica y polifacética. Sólida y leve, fuerte y esponjosa. Servida simple, sosa o ensalsada. Cortada en pedazos, entera o aplastada. Hervida, frita, quemada en la hoguera y renacida.
Universal, no distingue razas ni credos, no milita ni profesa. Querida por los ricos, amada por los pobres. Famosa y humilde; socialista y gourmet. Compañera de todo, enemiga de nada.
Creada por los dioses. Perfecta.
miércoles, 27 de octubre de 2010
Viajero
Y fue en ese momento cuando se dio cuenta que tantos boletos, tantos pasajes de avión, tantos kilómetros recorridos, sólo lo habían llevado a estar en ese lugar y en ese momento.
Miró por la ventanilla y entre las multitudes, los carteles y los puestos de diarios, vio algo que brillaba. Era una señal, o no. Con la seguridad que le daba saber su lugar en el mundo, tocó el timbre y a la vuelta de una esquina se bajó.
martes, 21 de septiembre de 2010
¿Ensueño?
La más cercana a la orilla es la torre que arde, se excita. Donde los deseos más oscuros se asoman desnudos por las ventanas. Algunos pensamientos puros, encandilados por el fuego y el calor, son atraídos hacia ella. Se cuelan por las paredes de atrás cargando la mochila de su culpa. Saltan las vayas de la moral o simplemente entran por la puerta que les abren los de adentro. Los que le rinden culto a los placeres carnales, los que se arrojan al fuego mientras entonan canciones obscenas y aúllan orgasmos.
Las escaleras de la torre son amplias, fáciles, pero la puerta de entrada es sólo un agujero profundo. Un recuerdo peregrino, llevando su bolsa de melancolía, se dispone a entrar. Se le aparecen un santo y un pecaminoso. Le exponen sus razones, pero es el recuerdo de un acto prohibido y sigue su camino dispuesto a arder.
Junto a la torre emergen vapores que inundan el cielo. Alguien quiso controlarlos y construyo paredes a su alrededor, pero cuando el aire viciado llega a la superficie no hace más que explotar. Forma el hongo de la bomba, el árbol de la ciclotimia y de la bipolaridad. Se clava en el cielo ensuciando las nubes con gritos y quejas. Un cielo donde dios nunca se asoma, un cielo sin pájaros.
Por tierra, una gran montaña separa las torres. Es la jueza que siempre se muestra imparcial. En la cumbre exhibe razones punzantes, pero a sus pies, la ira y la calma luchan mano a mano por la supervivencia. Aunque aspira a controlar todo el continente, la jueza no sabe de torres ni de guerra, sólo genera pensamientos encontrados que no saben a donde pertenecen.
Por el río etéreo que fluye hacia las costas, en un barco rancio y achacoso, los recuerdos de la infancia huyen del fuego hacia un lugar seguro. Van guiados por la vergüenza y buscan preservarse de la corrupción. En otra barca, encadenadas entre sí, viajan las dudas que chocaron contra el orden y las ideas sediciosas. Quizás nadie vuelva a verlas. Serán confinadas a la torre oscura. La torre donde yacen los recuerdos olvidados, donde se pudren, en habitaciones cuadradas y mohosas, los sueños destinados al fracaso. A su alrededor hay una aldea. Las ventanas son tan mínimas que no dejan ver los secretos atrapados en las casas de cemento. Por los callejones, el silencio camina sin el ruido de los pasos y los susurros se filtran por las cerraduras de las puertas.
Al otro lado, en otra orilla, una mujer duerme entre nubes de piedra. Ajena a todo. Los monstruos la asustan y con eso alcanza. No sabe de torres, ni de montañas. No reconoce ni a su propio yo recostado a su lado. Ni siquiera ve los rayos de luz que se filtran por la arcada que da al exterior…
jueves, 2 de septiembre de 2010
Monstruos con boleto
Quizás necesitan cariño, contacto físico, por eso buscan meterse bajo los sobacos de otra gente. Quizás no encuentran su lugar en el mundo o tienen una errónea percepción del tiempo y del espacio
Los otros piensan en la impunidad. Y mientras, se van acostumbrando a la idea de compartir un trozo de vida con estos especímenes, que se quedaran sólo hasta ver una nueva luz, un nuevo resquicio, para adentrarse a los codazos, a joder a otros, más atrás.
domingo, 22 de agosto de 2010
Destiempo
En los más tiernos años de mi niñez me fue informado que usted se presentaría ante mí en los años venideros y que, siendo poseedor de admirables virtudes, estaría dispuesto a realizar las más osadas hazañas en pos de ganar mi corazón. Hecho esto, compartiríamos el resto de nuestras vidas comiendo perdices y disfrutando de sus riquezas.
El inconveniente que quiero hacerle saber surge en este punto, ya que el comienzo de la relación debería haberse producido, estimo, hace algunos años.
En un principio he esperado encontrarlo a la vuelta de la esquina, lo que me generó una molesta taquicardia que aún hoy perdura. Después, ante su demora, comencé a confundirlo con hombres de los alrededores que no sólo no cumplían con sus condiciones económicas, sino que han osado hacerme sufrir. No se preocupe que igualmente, de ellos sólo me han quedado el sinsabor y algunos muebles.
Lo importante es que, aunque nunca supe la fecha exacta de nuestro ansiado encuentro, es de suma urgencia que se produzca a la brevedad. La larga espera comienza a producir efectos adversos en mi persona, como alteraciones cíclicas del humor, desordenes de peso y síndrome del ceño fruncido, entre otras.
Si el motivo de su retraso es la conquista de riqueza, la obtención de títulos nobiliarios, o de otro tipo, considero que ya ha pasado el tiempo suficiente para que concluya esos emprendimientos. He conseguido trabajo y, sin ánimo de ofenderlo, a estas alturas no me preocuparía ganar más que usted.
Sepa que me urge obtener alguna prueba de su existencia para poder enfrentar a aquellos que se empeñan en decirme que ya no quedan caballeros dispuestos a luchar por el amor de una damisela, e insinúan que si sigo esperándolo, ya no pasará ninguna carroza dispuesta a transportarme.
Por último, debo ponerlo en conocimiento de que su demora ha hecho nacer un pernicioso pensamiento que aparece de forma recurrente en mí mente. Un pensamiento que proclama a viva voz que en realidad usted no existe, que me han mentido, que ha sido todo un cuento.
A la espera de un cercano encuentro,
Con amor acondicionado
La Princesa
martes, 20 de julio de 2010
No por el día de hoy
no es un mensaje de texto,
no es un mail con ositos de peluche
ni es escribir en tu muro de facebook
Ser amigo
no es el 20 de Julio
no es el regalito
ni la culpa por no habértelo comprado
Ser amigo
es no darse cuenta del tiempo que pasó
y que no importen los aniversarios
poder llorar como bebés sin el más mínimo pudor
o babearnos de la risa
y son las presencias,
esperar con alegría el día de juntarnos
y servirnos de muralla cuando el bajón asedia
o de papel picado los días que haya fiesta
es una hermandad por convicción, una religión en comodato
un código interno
un significado nuestro
es que me entiendas lo que no digo
y que a veces sepas quien soy mejor que yo
y son cervezas y es champagne
y son tantos cafés, tantos mates, tanta catarsis,
las anécdotas con orgullo
el amor sin monogamia
y querer y enojarse y entender y perdonar
y querer un poco más
Ser amigo es no poder evitar la sonrisa cuando aparecen los recuerdos.
Quiero agradecer a Emilse Mancebo, quien me ayudó a ordenar un poco todas las ideas que había en entre estos versos.
jueves, 8 de julio de 2010
Efímeras
Yo las extraño como a los cuentos de la infancia, pero dudo de sus recuerdos cada vez que parpadeo. Será que las encuentro siempre lejos. O que ellas me encuentran, traicioneras, para inmolarse contra el viento apenas dejo de mirarlas.
martes, 25 de mayo de 2010
Dominó
domingo, 16 de mayo de 2010
Siéntate a esperar...
Unos kilómetros más adelante, su enemigo llegaba a la orilla después de haber dado la vuelta al mundo, cansado y feliz. Mientras se sacaba las botas y metía los pies en el agua, vio pasar un cadáver flotando boca arriba. No lo reconoció.
miércoles, 12 de mayo de 2010
¡Más vino por favor!
Y ella le dijo - Es hora de que me vaya.
Bs As Reported Speech
Ella y él caminaban por la vereda que bordea los diques mientras mantenían una conversación típica de primera cita.
Luna llena, estrellas.
El hizo una parada estratégica y apoyándose en la baranda, se puso a contemplar el vaivén de los barcos.
Cara de soñador, respiración profunda.
Giró la cabeza y la miró a los ojos. Ella le devolvió la mirada y además, una sonrisa.
Ausencia de palabras, acción.
Con la vista fija en sus labios estiró los brazos hacia ella y levantó el pie izquierdo para dar el paso.
En ese instante una suculenta cagada de pájaro le dio de lleno en la cabeza.
Asco e incredulidad, carcajada de mujer.
Mismo jueves a la noche, mismo lugar.
¡Ay Dios! No lo puede haber cagado un pájaro, me muero. ¡Nooooo!, ¡La frente llena de mierda! ¡La cara que pone! Juaaaaa...
Mismo jueves a la noche, mismo lugar.
¿Que me cayó? ¡Mierda! ¡No! ¡Que asco! No me puede estar pasando esto. No puede. Se va a cagar de risa. Ay, si, se cagó de risa la muy hija de puta, y la re mil puta madre que la parió. Me cago en los pájaros de m….
Viernes al mediodía, almuerzo en el Microcentro.
Viernes a la tarde, conversación telefónica.
Boludo, no lo podía creer. Igual la safé, me dí vuelta rápido y la mina casi no se dio cuenta…
viernes, 2 de abril de 2010
Señorita, no divague
Creo que es hora de que se percate de que las mariposas vuelan escribiendo nombres propios; que las gotas que caen de los aires acondicionados apuntan a propósito a la frente o al escote. Usted, que se asombra ante la tecnología digital y la robótica, y yo le digo que una hormiga no entra ni en mil quinientos giga bites por mas que intente. Mírela si no, tan autoprogramada, tan sin batería recargable. Y ni me hable de los rascacielos de Dubai, que si a la tierra se le place sacudirse las pulgas no queda ni una ventana en su lugar.
Hágame el favor, déje de andar imponiendo su palabrería legal, que cualquier día de estos los códigos lo van a agarrar a cachetazos y las leyes lo van a señalar con el dedo, y ahí lo quiero ver. Va a quedar mirando las manchas de la pared y viendo monstruos; tomando la pastillita de la paz para poder apagar las sombras de su pieza. Mejor empiece a divagar desde ahora, que a lo sumo del cajón de la mesa de luz le saltará un gnomo, o un enano, pero nunca un revólver con una bala tatuada con su nombre.
miércoles, 24 de marzo de 2010
Inmortalidad
Un hombre esta sentado con la cabeza levemente inclinada a un costado. La habitación donde se encuentra tiene dos puertas, una a la izquierda, otra a la derecha. El hombre está en un sillón, justo en el medio.
Desde la izquierda, una oruga se desliza con esfuerzo a diez centímetros por hora, intentando llegar a la puerta de la derecha. En un ángulo del techo, una araña comienza a tejer su red. La humedad del ambiente inicia el proceso de enmohecer las paredes.
El hombre no ve nada de esto. Su mirada está fija en una única ventana por donde la luna se ve pasar lentamente sobre un cielo oscuro.
El tiempo se detiene y la eternidad se duerme junto al hombre en el sillón.
Sin esperarlo, el techo se cubre de una espesa capa de tela de araña formando una nube pastosa. Miles de gusanos se revuelcan en el piso, intentando cruzar la habitación. Mientras, siguen reproduciéndose y el moho cubre de verde cada centímetro de las paredes y la luna parece estar fija en la ventana. El hombre suspira.
Los gusanos se detienen, también la araña, los microorganismos del moho, la luna. Todos observan al hombre.
Con un crujido, la cabeza se desprende de los restos del cuello y rueda esparciendo su cabellera gris sobre la masa de gusanos aglutinados.
martes, 9 de febrero de 2010
sábado, 23 de enero de 2010
Conversación circular
- Me rapé hasta los pelos del culo.
Y la otra le preguntó:
- ¿Pica?
- Todavía no. Eso pasa recién cuando empiezan a crecer de nuevo. Igual, por cualquier cosa, me estoy dejando crecer las uñas.
- ¿Y vos pensas que las uñas van a crecer más rápido que el pelo?
- Depende de donde crezcan.
- Y ... las uñas sólo crecen en los dedos.
- Los pelos.
- No, casi nadie tiene pelos en los dedos.
- La gente peluda tiene pelos en todos lados.
- Menos en la lengua.
- Y eso ha de ser por las cosas que se meten en la boca...
- ¡Peor será lo que te metes en el culo!
- Hasta ahora sólo una maquinita de afeitar.
- ¿Y pica?
- Si. Ya empezaron a crecer.
- A ver, mostrame las manos.
Las ideas surgen de cualquier lado... como por ejemplo un mensaje de texto de Emilse diciendo: "decile que me rapé hasta los pelos del culo". Cómo se llego a eso, es muy largo de contar y no viene al caso. Aquí se puede apreciar que de cualquier cosa puede salir verdaderamente cualquier cosa.
lunes, 18 de enero de 2010
Ratios
- ¿Cuanto hace que mandamos al interventor?
- Dos mil años y pico.
- ¿Esta gente tiene memoria?
- De corto plazo.
- No alcanza. No están llegando a ningún lado. A estas alturas deberían haber acumulado la suficiente energía cósmica para el autoabastecimiento y reproducción de la vida. ¿Qué salió mal?
- El principal déficit lo tienen en el amor al prójimo. Los ratios muestran una caída abrupta.
- ¿Y que dicen los encargados del proyecto?
- Que dentro de sus atribuciones hicieron todo lo que estaba a su alcance. Se aparecieron infinidad de veces, aconsejaron, dictaron libros y gastaron todo el cupo de milagros. Pero al parecer esta gente no entiende. El equipo se dio por vencido.
- Eso es un problema. Tendría que transferir un nuevo equipo desde otro universo. ¿Cómo está el ratio de hambre?
- Increíblemente alto para los recursos que tiene el planeta.
- ¿Y el de fe?
- Débil. Bajó de forma proporcional a la subida del ratio de tiempo dedicado a mirar televisión.
- Ya me parecía que darles ese invento iba a traer malas repercusiones. Tome nota: Suspender la inserción del invento TV en los planetas de nivel bajo.
- Anotado.
- ¿Tenemos algún equipo disponible?
- No señor.
- ¿Hay vida en otro planeta del sistema? Podríamos hacer una selección y transferir a los elementos más valiosos.
- Ningún planeta del sistema es habitable para esa forma de vida. Fue un proyecto experimental.
- Recuérdeme hablar con el genio que lo ideo. ¿Sabe quién fue?
- Satanás.
- Entiendo, lo hizo para molestarme. Tiene bien ganado su despido.
- ¿Y que hacemos con la tierra?
- En vistas a los resultados, creo que no tiene ningún sentido continuar con el proyecto.
Con un solo pensamiento, el Sol se apagó.
Basado en una idea de Juan Pablo Da Rocha donada al banco de ideas de: http://transfusiones.cruzagramas.com.ar/
domingo, 10 de enero de 2010
Sé que podría
Sé que podría haberte arrancado esa lengua inútil con una tenaza y habérsela servido a los perros, aunque después tuvieran una muerte lenta.
Quizás, tu único te amo se lo debería haber dado a esos que tienen todo en la vida, para que tengan menos. Y tal vez si, tal vez debería haberle tirado las migajas de tu tiempo a las palomas, y que murieran de aburrimiento.
Sé que podría haberte sacrificado en una plaza pública; lo habría hecho en nombre de todas las mujeres despechadas, y tu pira funeraria hubiera sido la piedra fundamental del monumento a la falta de cojones.
Sé que podría haberlo hecho, porque todo te lo habrías merecido. Todo, menos cuanto te quise.
jueves, 7 de enero de 2010
Lo que queda atrás
El bosque al mediodía, enfocado de lleno por el sol, parecía alegre. Los árboles se mecían al compás del viento y el ruido del río se escuchaba por sobre el chasquear de las hojas.
Entró como quien elige un camino seguro: paso firme, frente alta y una sonrisa en la cara. El ruido de sus pasos era el crujir de piedras y ramas aplastadas. La brisa, cargada de olor a tierra y agua, le acariciaba las orejas trayéndole el canto de algún pájaro escondido.
Al caminar respiraba profundo, nutriéndose de la naturaleza, absorbiendo la paz del entorno.
Ellos lo olieron desde lejos, escucharon su respiración. Se acercaron escondiéndose entre los ruidos más comunes y empezaron a seguirlo.
El los sintió a su vez, percibió su hambre. Apuró el paso, como jugando a sentirse perseguido.
Ellos se arremolinaban mezclándose unos con otros, levantando polvo y hojas. Apenas perceptibles, eran una mancha oscura que flotaba al ras del piso.
El no se dio vuelta; sabía que no los vería y que tampoco hacía falta. Su hálito sombrío estaba cerca, tan cerca que los pelos de cuerpo se le erizaron involuntariamente. Se rió por lo bajo y empezó a correr.
Ellos giraron con más prisa, emitiendo un murmullo ahogado, mezcla de lamentos y suspiros. Debían apurar la marcha si deseaban alcanzarlo. Hacía tiempo que no saboreaban esas lágrimas, que no libaban ese miedo.
Al llegar a los árboles que preceden al río, él dobló. Casi sin aire, llegó hasta el borde y se tomó un segundo eterno y sostenido.
Ellos lo observaron con espanto, estaban a pocos metros pero aún así no llegarían a tiempo. Se escuchó un aullido triste, de ayer olvidado.
El abrió los brazos y los dejó atrás. Había aprendido a volar.
Imagen basada en una fotografía de Sebastián Barrasa "El Zaiper"
miércoles, 6 de enero de 2010
Disfraces
Aunque sus apellidos de oficinistas quisieran desmentirlo, a simple vista se notaba que eran pindringos. Por eso Pérez decidió sentarse en el mismo escalón y bien cerca, a escucha de oreja.
Como dos buenos pindringos reconocibles a simple vista, empezaron una a conversar serena y legufamente. La conversación duró varias horas de remolinos de viento y nubes pasajeras. La plaza se fue llenando de proverbios turcos y de los otros, hasta que la estatua del indio, parada más arriba con la boca abierta, casi se descuelga por el peso de las utopías.
Al final, y como para redondear, Gómez sacó del bolsillo una caja de pastillas amargas, con el fin de olerlas y rememorar su pasado. Con la mirada húmeda, dijo que nunca lo habían echado de la ciudad, que él sólo decidió irse al norte, a probar si era cierto que las bolas de pasto levantan velocidades de meteorito. Porque así debía ser la vida, una bola que pasa sacando chispas en la tierra seca y si uno no se sube, no vuela, no corre, no se moja.
Pérez, ante tal hemorragia de palabras, casi no pudo meter un bocadillo, ni de queso ni de dulce de leche, pero por desgracia, cuando Gómez legufaba sobre la capacidad de filistearse del ciudadano común, Pérez llegó a decir que había evidencias irrefutables que demostraban que las luciérnagas podían filistear en el asfalto. Y eso fue lo que hizo dudar a Gómez, que ni bien escuchó esas palabras, pensó que aunque Pérez hablaba legufamente y abrazaba los mismos ositos de peluche que él en la niñez, había hecho demasiadas preguntas. Llegó hábilmente a la conclusión de que ningún pindrigno que se jacte de su condición diría jamás que algo puede filistear en el asfalto, ni las luciérnagas, ni las mariposas, ni siquiera las hojas secas que bailan como locas sin que les importen los semáforos. Los pindrignos estaban fervientemente en contra del asfalto, del trabajo bajo patrón y del baño.
Con un ágil e inevitable movimiento de hata yoga, Gómez le arrancó el gorro apindringado a Pérez y revolvió en su interior hasta encontrar la etiqueta probatoria: decía “MADE IN TAIWAN” y eso, además de decir lo que decía, también quería decir que toda la cháchara legufa había sido una estafa a la ideología pindringa. Indignado ante el cuento de las luciérnagas filisteantes, y ante la mentira, le clavó a Pérez una mirada de asesino vegetariano.
Con la cabeza gacha y despeinada por el arrebato, Pérez confesó: Si, soy solo un periodista.
Por si no fue claro, filistear es esa capacidad que tienen las pequeñas cosas de elevarnos la comisura de los labios.
lunes, 4 de enero de 2010
El fin de los piratas
SEAN los archipiélagos, dijeron.
Y los archipiélagos fueron a sentarse al borde de las costas ovaladas y a romperse la cabeza contra las olas. Sonrieron como los chicos que salen al recreo y se parten los dientes jugando a la mancha. Despeinándose los grumos, escupieron piedras y cantaron canciones de borrachos.
sábado, 2 de enero de 2010
Noticia roja
Todos moriríamos de ganas de agarrar los tomates a patadas, y quizás también a algún perrito, pero no lo haríamos porque somos gente grande. Hasta que en algún momento, cuando despunte el aburrimiento, alguien se acordaría del precio de los tomates. La gente se miraría de reojo, como hacen antes de empezar una carrera, y cuando el más osado diera el primer paso, la jauría entera se lanzaría a la caza de los tesoros rojos. La escena recordaría a las hormigas africanas que en minutos cubren a un animal muerto.
Se vería a una señora de edad avanzada, encaramarse al camión volcado esgrimiendo con gesto triunfal el tomate más rojo de la montaña.
Un rato después, la policía y los bomberos pasarían a buscar al camión vacío. Los tomates aplastados se quedarían esperando a los barrenderos.
El tránsito se normalizaría, los noticieros repetirían la noticia a las ocho de la noche.
Al día siguiente sólo quedaría el recuerdo, y al siguiente a ese, sólo la idea de qué pasaría si un camión repleto de tomates volcara en la avenida Santa Fe.